Tamames: para olvidar

José Vicente Domínguez
josé vicente domínguez LATITUD 42°-34’, 8 N

BARBANZA

El economista Ramón Tamames, candidato a la presidencia del Gobierno de la moción de censura presentada por Vox contra Pedro Sánchez
El economista Ramón Tamames, candidato a la presidencia del Gobierno de la moción de censura presentada por Vox contra Pedro Sánchez Gustavo Valiente | EUROPAPRESS

23 mar 2023 . Actualizado a las 18:31 h.

E n plena hegemonía de los avances tecnológicos, cuando la humanidad se afana en la búsqueda de tierras raras con las que fabricar los engendros electrónicos, un hombre del pasado intenta remitirnos a aquellos tiempos en los que él pretendía y podía aportar lo que entonces se llamaban novedades de la ciencia económica y que ahora las desmonta cualquier algoritmo de un principiante universitario.

Ese hombre anclado en el pasado, cuando pretende aportar clarividencia y soluciones a un vertiginoso y cambiante presente, nos produce tristeza y, a la vez lástima. Eso es lo que algunos hemos sentido al escuchar y ver al señor Tamames, incapaz de comprender porqué era necesario que el presidente socialista objeto de censura se extendiese tanto en sus explicaciones y defensa. Parecía no entender cómo, siendo él Ramón Tamames, el presidente Sánchez se atreviera a alargarse tanto en el tiempo.

«¡Que usted venga con un tocho de veinte folios…!», se quejó el profesor pidiendo que parase aquel machacón martirio. Y, para mostrar su premura, en su breve turno de réplica dejó bien claro que no pensaba responder a más intervenciones. Solo le faltó decir que él no estaba allí para tomar notas y, a sus años, no era cuestión de memorizar… pues solo faltaba. Una verdadera pena observar los gestos de aquel hombre que miraba al hemiciclo como queriendo retener las imágenes que nunca más volvería a ver.

Lo peor del señor Tamames era que se le notaba que él no estaba allí para eso. Y menos mal que no parecía consciente de que lo manejaban cual marioneta; pues cuando los suyos le halagaban con carantoñas, soltaba una beatífica sonrisa. Eso sí; a él le habían dicho que había que denunciar aquel gobierno Frankenstein. De manera que, sin medir sus escasas fuerzas, pensó que con unos endebles mandobles de su oxidada sapiencia y cuatro tópicos, Sánchez caería en la cuenta de que tenía que adelantar las elecciones. Además, los chicos de Vox no eran tan malos. «No importa que sus dirigentes no crean en el cambio climático, pues según una encuesta, el 70 % de sus votantes lo creen… y poco a poco… denle tiempo».

¡Madre mía! ¡Que difícil es tratar de defender algo en lo que no se cree, con el único fin de alimentar el propio ego!

Milité en el CDS de Suárez cuando Tamames era un referente. Aquella persona de quien me hablaban con respeto y admiración, no se parece en nada a este señor que acabo de ver y escuchar.

No quise saber nada más. Me entristeció descubrir a un desubicado hombre incapaz de comprender que tenía que haber dicho que no a la vergonzante propuesta de encabezar una moción de censura de la mano de un tal Abascal.

Quienquiera que sea el que rige los miolos del señor Tamames, bien le pudo evitar tan triste trance. Aunque haya ido dando incomprensibles bandazos por la vida política, por su trayectoria intelectual no merecía tal fin: el de un hombre humillado por culpa de su propio ego.