Cuarenta senegaleses aprenden español en la casa del cura de Carballo

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

ANA GARCÍA

Es el récord en quince años de enseñanza a extranjeros en Cáritas

16 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La presencia de población senegalesa en Carballo se ha incrementado de manera notable en los últimos años, sobre todo los más recientes. Es algo que se ve en la calle, en algunos bares, en las tiendas... Pero también en instituciones que se dedican a echarles una mano, desde los servicios sociales municipales a la Cruz Vermella. Y, especialmente, en Cáritas.

La casa del cura, la de José García Gondar, que lleva más de medio siglo al frente de la parroquia, es un buen laboratorio para analizar los cambios sociales en este tiempo, porque tres de los cuartos de la planta baja de su rectoral sirven de aulas de idiomas gracias los profesores voluntarios, a su experiencia y también a bastante paciencia (solo con alguno, son excepciones), sobre todo cuando se fija una hora de inicio y algunos llegan hasta 30 minutos tarde. Y eso que es gratis y por su bien, para ayudarlos a integrarse y a facilitarles la vida, ya de por sí complicada, en muchas ocasiones en plena regularización.

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La enseñanza de español a los extranjeros no es nada nuevo para Cáritas. Es una de las muchas actividades que llevan a cabo, y esta además desde hace quince años, nada menos. Pero este año el cambio ha sido tremendo. La inmensa mayoría de los alumnos, por no decir todos, son de Senegal. Y hay 40 o algo más. «Nunca houbo tal cantidade», señala Fina Rey, profesora jubilada que es uno de los bastiones de bastantes de los programas de Cáritas, sobre todo los educativos. Antes eran muchos menos, y además se repartían más con marroquíes, cameruneses... Nada que ver.

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Los anotados son muchos, y las necesidades, también, de ahí la decisión de separarlos en tres aulas diferentes, según su nivel. En la básica, los asistentes no saben nada de español y en bastantes casos tampoco de francés, sino que solo se defienden en el dialecto de su zona. Las otras dos ya tienen algo más de nivel, pero sin excesos. Son clases de hora y media teórica que se imparten los lunes, desde las cuatro y media. En los asientos, alumnos de muy diverso tipo: más o menos veteranos, recién llegados a Carballo o ya con alguna experiencia, con trabajo estable o temporal, regularizados o en proceso... Incluso algún joven que apunta alto en el fútbol o eso explica el sacerdote. Y casi todos con historias de pateras detrás en los últimos años. Una historia muy común en tantas localidades de España.

Los extranjeros son ahora el foco principal de ayuda (de todo tipo) de Cáritas, también los sudamericanos. En este caso, las ayudas educativas son sobre todo las clases de refuerzo de los hijos de los inmigrantes.

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«Muchos piensan que es llegar y encontrar trabajo, y no es así»   

Si hay alguien que conoce muy bien la comunidad senegalesa en Carballo es Alioune Diop, que lleva ya quince años en la capital de Bergantiños. Habla español a la perfección (al principio también fue a las clases) y tiene su vida asentada aquí, y durante todo este tiempo ha ayudado a numerosos compatriotas con las traducciones o a encontrar trabajo. Y se ha encontrado situaciones de todo tipo: «Muchos piensan que es llegar aquí y encontrar ya trabajo al momento, y eso no es así», explica. Por eso les insiste a todos en que aprendan la lengua, que cumplan los horarios y que estabilicen su situación. Es curioso, en algunas cosas recuerda comentarios que algunos gallegos hacen sobre las nuevas generaciones en el extranjero, sobre todo en Suiza: eso de que los jóvenes no se esfuerzan tanto como los de su generación, que fue de la primera en llegar, y que tienen otras preocupaciones. Además, antes había un conocimiento total sobre todos los senegaleses, cuando no llegaban ni a veinte, y eran más o menos de la misma zona. Ahora superan el centenar largo y ya proceden de todo el país. Alioune viaja de vez en cuando a Senegal y asegura que allí la crisis política y económica va a más, por eso se han incrementado las salidas. Aplaude la ayuda que presta Cáritas, el Concello y la Cruz Vermella, crucial para muchos. «Cuando otros llegamos no teníamos ayuda, los nuevos ya nos tienen a nosotros», señala. La recolección de patatas, trabajos agrarios o forestales, son algunos de los sectores en los que va saliendo trabajo.

Libas, también senegalés, igualmente elogio la iniciativa de Cáritas. Él también habla bien el español y quiere formar una asociación para trabajar por lograr más avances.

Casi una décima parte de los extranjeros proceden del país africano   

Entre Carballo y Dakar hay más de 4.400 kilómetros por carretera, ferri del Estrecho incluido, pero las distancias se acortan con las constantes incorporaciones de residentes que proceden de ese país de 196.000 kilómetros cuadrados (menos de la mitad de España) y 17 millones de habitantes, con capital en la célebre ciudad atlántica de Dakar, un saliente africano que mira hacia Cabo Verde. Según los últimos datos publicados por el INE, el padrón de senegaleses en Carballo es de 57 personas. Obviamente es una cifra muy inferior a la real, como constatan ellos mismos, tanto porque muchas incorporaciones al censo aún no se computan, como aquellos casos en los que no se han dado de alta en el censo. En el conjunto de Bergantiños, Soneira y Fisterra, además de Cerceda, la cifra oficial es de 245 personas, seguramente también muy inferior a la real. Y eso supone casi un 10 % de todos los residentes extranjeros en la zona, unos 2.700. El caso de Carballo es llamativo, pero sin olvidar Fisterra (51 senegaleses) o Malpica (43) y Camariñas (26), comunidades donde los africanos llevan ya muchos años, ligados principalmente a la pesca, pero muy asentados en la localidad. En Fisterra también hubo clases a estos extranjeros, impartidas por profesoras del colegio Nosa Señora do Carme.

A Carballo llegan también de ciudades como A Coruña, en busca de oportunidades laborales o de alquileres más baratos. La vivienda no es un tema sencillo, ni para ellos ni para nadie. De hecho, a principios de diciembre, un grupo de estos nacionales se reunieron con representantes del Concello (alcalde y área de servicios sociales) para exponerle sus dificultades en ese sentido. Una bolsa municipal de alquiler podría ser una posible solución a esta carencia.