Una adolescente de A Coruña: «No quiero vivir con mi madre ni con mi padre»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Sede de la Audiencia Provincial de A Coruña
Sede de la Audiencia Provincial de A Coruña MARCOS MÍGUEZ

Una menor, enfrentada con sus progenitores, llegó a estar ingresada en un centro. Ahora una sentencia otorga la custodia a su padre

16 abr 2024 . Actualizado a las 08:28 h.

«El asunto que nos ocupa es complicado». Así comienzan los magistrados de la sección quinta de la Audiencia Provincial de A Coruña la causa para decidir quién ha de tener la custodia de una adolescente que no quiere compartir techo ni con su madre, ni con su padre, ni estar en un centro de menores. Enfrentada a ellos y «con una vida complicada, con adicciones y con conductas inapropiadas en ambientes de riesgo», llegó a estar ingresada en una institución durante cerca de un año a petición de su propio padre ante la sucesión de conflictos en el hogar y la mala convivencia.

La situación se complica aún más habida cuenta de la mala relación entre sus progenitores. Él asumió la custodia en el 2017 después de que su exmujer se mudase de ciudad para trabajar y ahora es ella la que la quiere. De hecho, presentó una demanda para modificar las medidas y así llevarse a su hija a donde ahora reside, toda vez que «existe una relación insostenible con el padre». Pero este no quiere y la adolescente tampoco.

Llegados a este punto, solo la Justicia puede buscar la solución, «que no es otra que el bien de la menor aunque esta no esté de acuerdo con lo estipulado».

La Audiencia recuerda que «la menor convivió con el padre desde el 2017, si bien en la actualidad no residen juntos, llevando la adolescente una vida no muy acorde con su edad, sin que se la pueda controlar en horarios y estudios». Según el informe psicosocial, «lo mejor a pesar de todo sería que continuara con el padre. No se acredita ningún motivo serio y fundado para la estimación de la demanda presentada por su madre, pues según el informe psicosocial, se desaconseja el cambio de custodia, pues no aprecian beneficios para la hija. Más cuando desde que hace años la mujer se trasladó y los contactos con la hija habrían sido escasos. El cambio tampoco disminuiría la conflictividad familiar, apareciendo aspectos positivos y negativos en ambos progenitores. Todo lo cual conduciría a considerar más beneficioso la custodia por el padre», concluye la sentencia. 

Conflictos

Tanto el Juzgado en su sentencia, como el Imelga en su informe, conocían las denuncias entre padre e hija, así como la existencia de conflictos entre ambos. También «los problemas de inadaptación de la menor en lo personal, familiar, social y académico, sus malas calificaciones y cambios de centro escolar, así como su resistencia a ajustarse a los límites impuestos por sus progenitores o adultos, y la existencia de conductas inapropiadas en una menor en ambientes de riesgo».

Las dificultades relacionales y de control del padre custodio «llevaron a este a solicitar el ingreso de su hija en un centro de acogimiento durante 10 meses, reintegrándose a la custodia paterna, con medidas de apoyo a la familia, seguimiento del Equipo Técnico del Menor y asistencia a terapia». Ahora vive con unos familiares.

El informe pericial del Imelga apreció en la menor «altos niveles de inadaptación general, manifestada en todas las áreas de su vida, tanto personal, como escolar y social. Su descontento con la educación recibida de sus padres y también haber estado expuesta en su trayectoria vital a cambios de custodia, de unidad de convivencia, varios centros escolares..., dificultó su estabilidad y bienestar».

Añaden los especialistas que la menor «tiene sentimiento de abandono por parte de su madre y existe ambivalencia en cuanto a su deseo respecto a lo que hay que decidir en este procedimiento». Por todo ello, lo conveniente es la terapia y que la custodia la conserve el padre, añade la sentencia.

«Carece de interés por aprender y consume hachís y alcohol»

Los informes de la educadora refieren «grandes dificultades de la menor para seguir los límites y horarios, su actitud desafiante con el personal educativo e impulsividad de sus reacciones, episodios de desregulación emocional asociados a la frustración, siendo necesario el control de su conducta y establecer límites en la convivencia diaria, pues tiene graves problemas en respetar los límites marcados, estableciendo relaciones con los adultos de manera instrumental para conseguir lograr sus objetivos. También carece de interés por aprender y formarse académicamente, con actitud pasiva». Se añade que es una adolescente con conductas de riesgo para su salud, al relatar consumos de hachís y alcohol.