¿Y qué es del tren Ferrol-A Coruña?

Xosé C. Fernández Díaz INGENIERO TÉCNICO DE OBRAS PÚBLICAS

A CORUÑA CIUDAD

MABEL RODRÍGUEZ

06 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Las conexiones terrestres, sean viarias o ferroviarias, para permeabilizar un territorio facilitan la vida de las personas que necesitan asistir a sus trabajos o centros académicos, realizar sus compras, visitar a familiares, acudir a centros de salud o ejercer actividades de ocio.

Igualmente, podemos afirmar sobre las interconexiones que favorecen y dinamizan el desarrollo de las empresas, ya radiquen en oficinas, factorías, almacenes o centros de distribución. Mención especial para las estaciones que sustentan la movilidad, sean de autobús, de tren, marítimas o aéreas.

De las conexiones terrestres que vertebran el Golfo Ártabro debemos reconocer que el gran complemento —que no competidor— del sistema vial, el ferrocarril y los servicios que debe prestar a la comunidad, son deficientes en su conjunto y en cada una de sus líneas. Ninguna línea de la escasa y obsoleta red existente en las comarcas que lo integran alcanza el aprobado.

Resulta obligado afrontar un estudio en profundidad de los flujos actuales y necesidades futuras, y elaborar una planificación de mejora de las líneas actuales y completar la red actual. Pero, reconociendo el extenso y elevado plazo para disponer de un plan director sobre la red ferroviaria de Artabria, es ahora más realista responder a la pregunta de si, en la situación actual, es posible mejorar el servicio que presta el ferrocarril. Pensamos que sí.

La línea férrea A Coruña-Ferrol mide 68 kilómetros, que el futuro debería reducir. Entre ambas, 14 estaciones o apeaderos facilitan servicios a los habitantes del entorno que se atraviesa. Varias iniciativas e intentos de implantar cercanías han fracasado.

No resultaría práctico viajar en cercanías de Ferrol a Coruña dado que este servicio, pensado para trasladar trabajadores o estudiantes a sus respectivos centros, exige el mayor numero de paradas y horarios que no son los más prácticos para quienes viajen entre las dos ciudades.

La solución de este problema pasa por diversificar el tipo de servicios que deberían simultanearse: de una parte, Ferrol y A Coruña deben disponer de trenes rápidos y sin paradas que minimicen el tiempo del recorrido. Cada detención (deceleración, parada y aceleración) requiere un mínimo de 3 y un máximo de 5 minutos, lo que hace los viajes molestos y eternos para quien solo desea alcanzar el final de la línea, que son mayoría, dado los volúmenes de ambas poblaciones. Tres o cuatro servicios diarios en cada dirección, en horarios adecuados, serían suficientes para empezar.

Con independencia del servicio anterior, es imprescindible implantar servicios de cercanías en condiciones y distancias similares a los existentes en 25 ciudades de 12 conjuntos radiales de comunidades autónomas. Los servicios de cercanías se establecen para acercar la población de la periferia a los grandes núcleos urbanos, por lo que debe quedar claro que serán dos ofertas de cercanías diferenciadas para A Coruña y para Ferrol, cada una con sus trenes y horarios específicos.

No es aventurado exponer que los trenes que recojan personas de sus respectivas periferias para acercarlos a sus trabajos o centros académicos, a las horas punta matinales, del mediodía y de la tarde/noche, podrían iniciarse en Pontedeume hacia A Coruña (47 kilómetros y 7 paradas intermedias) y en Betanzos hacia Ferrol (43 kilómetros y 9 paradas intermedias).

Dada la población a servir, unas 86.000 personas en el entorno de Coruña y 47.000 en el de Ferrol, no se necesitan servicios con altas frecuencias como las cercanías de Madrid, Barcelona o Valencia. Estimativamente, entre 6 y 8 servicios en ambas direcciones resultarían suficientes.

La actuación debe intercalar paradas intermedias, respondiendo al incremento de población (hoy hay menos paradas que las de 1875, cuando se construyó la línea Betanzos-A Coruña, y que las de 1912, cuando se inauguró la de Betanzos-Ferrol). No es gravosa la construcción de un andén, una marquesina y punto de luz, así como dotar de aparcamientos disuasorios en los entornos de estaciones y apeaderos. El resumen es que no se trata de una gran inversión, sino de una descarada falta de voluntad de las administraciones.