El Delicias era el núcleo de esa agitación nocturna intergeneracional y un tanto canalla, en la que todos, más o menos, sabían mantener la armonía en la ligereza de reglas
05 abr 2024 . Actualizado a las 09:21 h.Han cerrado el Delicias. La tragedia se amortigua con la explicación municipal. Se le pide que se ajuste al horario de una cafetería y no trasnoche, como ha venido haciendo en las últimas décadas, convirtiéndose en punto de encuentro de noctámbulos de todo pelaje. Esa condición —la mítica, la de las batallitas de juventud— es la que ha salido a relucir con la noticia. Porque el Delicias forma parte de la memoria sentimental de gran parte de los coruñeses de los últimos 60 años. Mantenido tal cual —unos lo llaman cutre, otros vintage y yo opto por definirlo como auténtico—, ha cumplido la función de un establecimiento de hostelería en su vertiente más emocional: generar momentos unidos de por vida al local en donde surgieron.
Por eso todo el mundo ha revisado recuerdos estos días. El del día que el Dépor ganó la liga y se amaneció allí, con una chea de cuidado. El del que surgió ese amor que hoy ya tiene descendencia. El de los abrazos entre amigos para toda la vida que hoy, vaya, ya no se hablan. El de aquellas noches de farra en las que se mezclaban chavales que perseguían un cubata más con bingueros que venían de tomarlos, ya con La Voz recién impresa bajo el brazo. Y donde taxistas y policías coincidían metiéndole cafeína al cuerpo para continuar el servicio. El Delicias era el núcleo de esa agitación nocturna intergeneracional y un tanto canalla, en la que todos, más o menos, sabían mantener la armonía en la ligereza de reglas. Con Las Capillas sirviendo bocatas por la ventana, el Torre Esmeralda haciendo churros sin parar y el Villasán colocando cafés sobre la barra. Los había incluso que terminaban tomando copas en el bar de Pompas Fúnebres. Eran más baratas y en ese contexto todo estaba permitido.