Las cartas de Pardo Bazán a Galdós ya están en el pazo de Meirás

Susana Acosta
Susana Acosta REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Batlles, en Meirás, ante el balcón de la Torre de la Quimera, donde escribía Emilia Pardo Bazán.
Batlles, en Meirás, ante el balcón de la Torre de la Quimera, donde escribía Emilia Pardo Bazán. Marcos Míguez

«Es para mí un sueño», celebró Adelina Batlles al presentar la correspondencia que prueba que la escritora gallega dirigió el debut teatral del autor canario

10 may 2024 . Actualizado a las 20:28 h.

Desde el balcón de la Torre de la Quimera del pazo de Meirás, que, antes de que se adueñara Franco de él, fue propiedad de la escritora Emilia Pardo Bazán, la autora de Los pazos de Ulloa ya puede sonreír. Lo hace con la vista puesta en el jardín donde este jueves la investigadora y filóloga Adelina Batlles (Almería, 1956) presentó unas cartas de Pardo Bazán al novelista canario, con la presencia del delegado del Gobierno, Pedro Blanco, y el presidente de la Deputación da Coruña, Valentín González Formoso. Una correspondencia que reúne en su libro Benito Pérez Galdós. Cartas inéditas sobre el teatro, junto con otras cartas de Emilia Pardo Bazán, que se basa en los manuscritos que su tío Antonio Moreno Martín (Librería Granata, de Almería), y uno de los bibliógrafos más importantes de España, le entregó cuando ella terminó la carrera.

Adelina lleva 40 años investigando esa documentación que Moreno le dio en una maleta roja cuando apenas era una niña y que demuestra cómo la de Meirás introduce a Galdós en la dramaturgia. Tanto se involucra que, mientras él se halla en su refugio cántabro dramatizando la obra Realidad para su debut teatral, ella dirige todas las acciones relacionadas con la puesta en escena: «Mi ratón del alma [...], no por estos cuidados propios olvidé un instante otro que juzgo propio también: el de Realidad. Estoy entusiasmada con la idea, en que tengo tanta parte, y será para mí un inmenso descordojo el verla salir a flote. Bueno, pues para conseguirlo, cité a mis dos directores de la Comedia, Vico y Mario», explica doña Emilia en la misiva. Y prosigue: «Excuso decirte que levantaron al cielo las manos, de placer, y que salieron de mi casa decididos a estudiar el libro, a ver si aquello es escénico o no es escénico. Y hoy han vuelto, entusiasmados (sobre todo Mario) y sin más deseo que el de que te des la mayor prisa posible y, en las vacaciones que te tomes al venir acá, que ojalá sea prontito, traigas el drama ya hecho».

Dirige la audición

Con la intención de que él se concentrara en transformar el texto, ella lidera la operación escénica y participa en la audición. «Hemos convenido en los puntos siguientes: 1.º El drama tendrá cinco jornadas, como la novela. 2.º Vico será Orozco. Mario, Malibrán o el padre de Federico. Federico, Thuiller. Augusta, la Cobeña. La Peri, la Martínez, y así seguirá el reparto. ¡Vico será un Orozco soberbio! 3.º Se pintarán las decoraciones como V. M. [vuestra merced] disponga, y se arreglará la escena a su gusto y descordojo. 4.º Saldrá la sombra de Federico, al final, única sombra que creemos posible, pero esta hará un efecto maravilloso [...]».

La gallega no deja nada a la improvisación, y está tan comprometida con el proyecto como el autor: «Ahora, ¡porra!, solo falta ponerse al telar, solo falta poquita cosa: el arreglo.... auctoris. Será este drama el acontecimiento de la temporada; si se sublevan, ¡mejor!, y, si aceptan una verdad tan grande, tan bonita, entonces... mejorísimo. Se necesita que V. M. me escriba una cartita oficial que pueda enseñar a los actores, y que sea contestación a la presente; para que puedan tener idea aproximada de cuándo empezarán los ensayos y preparativos».

Concluye en el más puro estilo epistolar de Pardo Bazán y firmando con el nombre de la protagonista de Realidad: «Y, ahora, feo, mono, a su vez digo yo, ¿cuándo tendré el descordojo de ver tu jeta? Me vas a convertir en gasterópodo o en cefalópodo si permaneces mucho tiempo cabe el instituto de las profundidades submarinas. Vente, carambita, que estas ausencias ya pican en histeria. Tuya. Augusta».

Por si esto fuera poco, Batlles corrobora que, entre el legado que le entregó su tío bajo el epígrafe «legajos galdosianos», figura un manuscrito sin firma, «pero que tiene la letra de doña Emilia, hecho confirmado por Carmen Bravo-Villasante y por un perito calígrafo»: «Hay un paralelismo existente entre este manuscrito y la segunda obra dramática de Galdós, La loca de la casa. Tenían tal complicidad literaria que ella se lo envió para que le sirviera de ayuda». Por eso, no es de extrañar la emoción que sintió ayer Batlles al presentar su obra en Meirás: «Me tengo que pellizcar. Es para mí un sueño y un día histórico», dijo, mientras el gaiteiro Rubén González concluía el encuentro interpretando Unha noite no Santo Cristo.