Lehman Brothers y los 40 ladrones

Benito Iglesias
Benito Iglesias PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN GALEGA DE EMPRESAS INMOBILIARIAS

ECONOMÍA

ANDREW WINNING | Reuters

Aquel estallido nos ha permitido aprender de los errores propios e impropios que se cometieron en el mercado de la vivienda

15 sep 2019 . Actualizado a las 19:21 h.

Han pasado diez años desde aquel estallido. Un decenio que nos ha servido, parcialmente, para aprender de los errores propios e impropios que se cometieron en el mercado de la vivienda. Aquel desplome de precios, que dio paso a una crisis inmobiliaria sin precedentes, se originó en Galicia en el primer cuatrimestre del 2010 para continuar hasta el primer trimestre del 2016, dejando una impronta brutal en el sector inmobiliario de la comunidad, laminando al 60 % de las empresas. La caída de Lehman Brothers fue el detonante inicial del estallido de la enorme burbuja de las hipotecas subprime y destapó el gran saco de avaricia y engaños al que nos sometieron una gran parte de las entidades bancarias del sistema financiero de aquel entonces.

A día de hoy resurge un sector inmobiliario gallego que vuelve por sus fueros, que ha aprendido de los errores cometidos y que, a pesar del lastre que suponen Administraciones ineficientes, ineficaces y lentas, que en ningún momento han apoyado a un sector que vuelve a generar empleo por sí mismo.

Y eso, a pesar de los experimentos deficitarios con dinero público como la Sareb. Así lo revelan los datos del INE, de Fomento y de la propia Fegein, y lo certificó en su momento el Banco de España: «El ajuste inmobiliario se ha completado». Tras casi diez años de crisis inmobiliaria, el supervisor atisba el inicio de «una recuperación gradual del sector inmobiliario». Entidad que, por boca del principal responsable de su Servicio de Estudios, critica la ausencia de estadísticas de calidad en materia de vivienda, circunstancia que provocó que los agentes que participaban en esta actividad no supieran lo que podía ocurrir antes de que sucediera.

Recordar también cómo ya en el 2004, el Banco de España advirtió de la sobrevaloración que acumulaban los inmuebles, del 30 %, y cómo nadie quiso darse por aludido. Una de las razones por las que nació Fegein, fue precisamente la de dotarnos de informes y estudios, renunciando a solicitar ayudas y subvenciones públicas para contar con una autonomía total y poder transmitir la fiel realidad de los datos. Para poder ver así la botella de cristal de las estadísticas ni medio llena, ni medio vacía, sino tal como está.

En esta reflexión sobre lo que fue y lo que es hoy el mercado de la vivienda, quiero tener muy presente a los cientos de miles de familias que en estos últimos diez años han sufrido en nuestro país un desahucio, perdiendo con ello no solo su vivienda, sino que además, en muchos casos, han tenido que seguir cargando con la deuda contraída con su entidad bancaria.

5.000 viviendas de protección

Y hemos aprendido también que el precio de la vivienda debe estar en consonancia con la renta per cápita de los gallegos. Por eso defendemos que hacen falta 5.000 viviendas de protección oficial en Galicia en régimen de arrendamiento. Es el plan de choque necesario para dar solución a miles de familias gallegas que no tienen poder adquisitivo para acceder a una vivienda en propiedad, y que difícilmente pueden asumir un alquiler en el mercado libre. Desde el sector exigimos una vez más normativas claras, concretas, agrupadas, legibles y que den soluciones reales a los problemas reales de las personas, con seguridad jurídica urbanística y con planificaciones de vivienda hasta la fecha inexistentes.

Los alquileres son inasumibles para un sector de la población cada vez más amplio, focalizando el problema en los jóvenes de menos de 35 años y en las familias con ingresos inferiores a los 18.000 euros.

Siempre he sido cristalino en este posicionamiento ,tiene que haber un mercado único de vivienda y reducir el enorme exceso de regulación. La burocracia. Que solo crea inseguridad jurídica y desigualdad. No ha habido flexibilidad ante los cambios sociales, y los jóvenes y las familias con rentas bajas lo saben perfectamente.

Hay que sacar suelo urbanizable al mercado lo antes posible para abaratar los precios. Y hay que poner suelo y vivienda al alcance de todos, con una nueva ley que proporcione seguridad jurídica urbanística. Urge un parque de vivienda social, como en el resto de Europa, con colaboración público-privada, pero dejando que la vivienda libre se regule por sí misma, sin intervencionismos.