Fernando Valls, Carmen Becerra, Ángel Basanta y el legado de GTB

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

22 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya se ha dicho, claro que sí. Pero probablemente no esté de más insistir en ello: reunir en Ferrol a buena parte de los grandes críticos literarios españoles —al jurado del Premio Nacional de la Crítica—, en el marco de la conmemoración del vigésimo quinto aniversario del fallecimiento de Gonzalo Torrente Ballester, ha permitido situar la ciudad del autor de La saga/fuga de J.B. en el centro de las letras hispanas, aunque solo fuese durante unos días, y reivindicar, a la vez, a uno de los más grandes narradores europeos del siglo XX. Tuve la suerte de asistir —discúlpenme que aluda, una vez más, a recuerdos puramente personales— a la mesa redonda que, en el marco de ese encuentro, se celebró en la antigua capilla del Hospital de Caridad, y puedo asegurarles que pocas veces se tiene ocasión hoy de escuchar intervenciones de la altura de las que nos regalaron aquel día, hace un par de sábados —porque en verdad les digo que, para quienes amamos la literatura, aquello fue un verdadero regalo—, tres de las figuras centrales de la crítica literaria en lengua española: Carmen Becerra, Fernando Valls y Ángel Basanta.

Durante su intervención en esa mesa redonda, Fernando Valls habló de Torre del aire, la monumental recopilación de artículos periodísticos de Torrente que vio la luz a comienzos del mes enero del año 1992, en edición de César Antonio Molina —autor, también, del texto introductorio—, invitando a releer ese libro como lo que en cierto sentido también es: un diario. Yo he seguido su consejo, el de Valls —consejo que he transmitido, además, a mi querido amigo Alberto Beceiro—, y en verdad les digo que es una auténtica delicia comprobar que GTB sigue siendo tan grande, tan grande, que no se acaba nunca, puesto que en cada relectura es nuevo y, por lo tanto, diferente.

Carmen Becerra, por su parte, habló, subrayando su calidad, del teatro de Torrente Ballester, esa faceta de la producción literaria del escritor nacido en Serantes que la cultura española parece haber olvidado (casi) por completo. Confesó, además, que la entristece mucho que el mundo universitario preste hoy tan poca atención a GTB. Y reivindicó, sobre todo, su Don Juan: la novela de la que Torrente se sentía especialmente orgulloso —o, por decirlo de otra manera, que apreciaba de manera tan especial—, pero que jamás encontró el eco que merece.

Y Ángel Basanta, que al igual que Carmen Becerra fue un gran amigo de Torrente, recordó que la publicación de La saga/fuga de J.B. representó una auténtica «explosión de futuro» en el mundo de las letras. La aparición de ese libro excepcional, que hizo de don Gonzalo un «nuevo Joyce» del Finisterre, permitió, en palabras del propio Basanta, «llevar la imaginación al límite» para «reivindicar el arte de contar historias»; y hacerlo, además, parodiando la novela experimental, de la misma manera que Cervantes, en su tiempo, parodió las novelas de caballerías.

(Por cierto, allí, en el Centro Torrente Ballester, durante esa misma mesa redonda, Basanta desveló que don Gonzalo llegó a considerar la posibilidad de transformar en tesis doctoral su magnífico ensayo El Quijote como juego. Algo que nunca llegaría a hacer, finalmente. Cosa que a uno, personalmente, le da bastante pena, puesto que Torrente no solo supo adentrarse con especial brillantez en el pensamiento de Cervantes, sino que además, al explicar qué es realmente el Quijote, está explicando también la verdadera esencia del arte de contar historias. Historias como las de la Saga/fuga..., por supuesto).