Llega una jornada más de la Liga ACB tras una semana convulsa, extraña y seguramente desagradable para el Breogán. No está resultando un año fácil. Todo parece alinearse en contra, apareciendo en el camino muchas más dificultades de las que se podían esperar. Y por mucho que sean situaciones individuales, afectan, sin duda, al grupo; a su tranquilidad y a su concentración, y en un momento tan decisivo en el que ambas virtudes se necesitan tanto. Por encima, de lo que menos se habla es del partido. Toca tirar para delante, focalizar y controlar lo que se pueda. Porque este domingo hay que intentar competir bien, dar la mejor versión y, por supuesto, tratar de ganar en el Buesa Arena de Vitoria.
Enfrente del Breo, el Baskonia de Dusko Ivanovic. Me da la sensación de que por mucho que quieran estar al 100 %, en sus dos competiciones, Liga Endesa y Euroliga, y por largo que sea el róster, les está pasando factura en la competición doméstica el desgaste y el esfuerzo y del torneo continental, con una tremenda exigencia física y mental. Porque en la ACB han caído en cinco de sus últimos ocho envites, mientras que en la Euroliga aseguraron el play in. Tras jugar este viernes en Bolonia ante la Virtus y sin apenas tiempo para el descanso, vuelven a casa y a la realidad de la Liga Endesa. Y no pueden fallar si quieren alcanzar su objetivo ineludible de estar entre los ocho mejores, lo que los convierte en más peligrosos todavía. Con mucho talento y físico, se trata de un equipo intenso con el sello de la casa y un entrenador que busca jugar rápido y agresivo en toda la cancha, en ataque y en defensa y con un ritmo altísimo.
Después de la valiosa victoria ante el Palencia, viene otra oportunidad para el Breo. Hacer de la necesidad virtud y convertir la dificultad en posibilidad haciendo lo que toca, jugar el mejor partido posible, hacerlo muy largo y llevar al rival al límite. Todo es posible siempre. Seguro que irán a por ello.