Cervezas y novelas

Mercedes Corbillón

FUGAS

RONALD WITTEK | EFE

05 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Me he pasado un buen rato escogiendo filtros para una foto en Instagram. Ninguno me convence, ninguno me hace parecer lo suficientemente distinta. Querer ser otra es algo que me pasa a veces, pero no es posible desprenderse del yo. Eso me advierte Arantza, que bebe cerveza conmigo a la hora del café. Es un poco temprano, pero, como dice Virginie Despentes, una mujer de mediana edad que rechaza una copa de vino a las seis de la tarde es que viene servida de otras sustancias. Mi historial de recetas está en blanco.

La conversación me sienta bien, pero la caña fatal. Vuelvo a casa con el estómago revuelto y pensando en la identidad. Sobre eso reflexiona o hace reflexionar la novela de Fernando Parra Nogueras. Sus protagonistas se ven obligados a cambiar la suya. Uno de ellos es Salman Rushdie, que hubo de convertirse en Joseph Anton cuando el ayatolá Jomeini lo condenó a muerte por escribir los versos satánicos. Sus traductores de todo el mundo corrieron la misma suerte, hubieron de esconderse y cambiar de nombre y de existencia para evitar a los posibles asesinos que podían estar en cualquier parte. El hombre que llevó al japonés la obra del escritor indio fue asesinado a puñaladas en un edificio de la universidad de Tsukuba, aunque ese catedrático no tiene voz en esta historia, solo es la prueba de que la fetua iba en serio.

También esconden su identidad los aspirantes a terroristas, que quieren ganarse el cielo de Alá y la aprobación de sus superiores matando infieles. Sus motivos atraviesan la novela en forma de naranjas que se derraman.

Las cinco vidas del traductor Miranda es una novela coral en la que los personajes se entrecruzan en el tablero del mundo, abaneados entre el azar y el destino. Eso me ha gustado mucho, el efecto mariposa que parece empujarlo todo y la mirada del escritor, capaz de ver el mapa de la existencia desde arriba o desde dentro, demiurgo que construye espacios, peripecias y almas con un lenguaje riquísimo, ambicioso, culto. Se columbra que tiene habilidad y literatura para usar las palabras y hacerlas volar. Otras, más simples, solo podemos ansiar pronunciarlas para tropezar en ellas y en el exceso de cerveza.