Hace 35 años: Un vino «criado a la intemperie», estrella de la Feira de Amandi de 1989

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La Voz publicó en marzo de 1988 una amplia información sobre la feria vinícola de Sober, en la que se presentó la primera cosecha de la bodega Rectoral de Amandi
La Voz publicó en marzo de 1988 una amplia información sobre la feria vinícola de Sober, en la que se presentó la primera cosecha de la bodega Rectoral de Amandi LA VOZ DE GALICIA

La bodega Rectoral de Amandi presentó en Sober su primera cosecha en 1989, a pesar de que aún no se habían terminado de construir sus instalaciones

17 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La Feira do Viño de Amandi, la más veterana de las que se celebran en el territorio de la denominación de origen Ribeira Sacra, llegó a su novena edición en 1989. Ese año, el Domingo de Ramos —su jornada principal— cayó el 19 de marzo. Según una información publicada ese mismo día en La Voz, la estrella de la feria era «un caldo criado totalmente a la intemperie». Así se presentaban los vinos de la bodega Rectoral de Amandi, que había sacado su primera cosecha en 1988 aunque sus instalaciones aún no se habían acabado de construir.

La información dedicó a un amplio espacio a esta nueva bodega, creada por iniciativa del ingeniero agrónomo Manuel Cabezas y Manuel Vázquez Pérez, conocido como Arnoya. «La idea que nos movía era conseguir una casa grande de piedra, que nos sirviera para poder instalar una bodega, hechas las modificaciones pertinentes en el edificio», explicaba a este respecto Cabezas. Los primeros contactos de los empresarios los llevaron a conocer la rectoral de Amandi. «Contactamos con el párroco, se mostró dispuesto a la negociación, se habló con el obispado, se ultimaron los detalles y conseguimos comprar la rectoral con la finca correspondiente, que ronda los 25.000 metros cuadrados», añadía.

Los responsables del proyecto reconocían por otro lado que había invertido también «algo más de un millón de pesetas» en el arreglo de la iglesia de la parroquia para ganarse a los vecinos y al párroco, quien —según apuntaba Cabezas— «en todo momento ha sabido ver el alcance de la operación, pues la construcción de esta bodega actuará como revulsivo económico-social para toda la zona».

Antes de que la bodega fuese construida, los promotores pudieron sacar adelante una primera cosecha y presentarla en la Feira de Amandi de 1989. Fue gracias a que —decía la crónica de La Voz— «José Manuel Rodríguez, un concejal de Sober con el que habían contactado, les aseguró que él podía conseguir uva suficiente para la primera cosecha, hasta setenta mil kilos». Los responsables del proyecto instalaron depósitos de acero en el patio de la casa del edil.

A finales del verano

La información publicada en este diario apuntaba asimismo que, teniendo en cuenta el ritmo que presentaban en marzo las obras de construcción de la bodega Rectoral de Amandi, se suponía que el trabajo quedaría terminado a finales del verano. De ser así, las instalaciones ya se podrían utilizar en la siguiente vendimia «sin que sea preciso recurrir, como se hizo durante la última semana, a transportar las botellas desde Amandi a Orense, con objeto de etiquetarlas aquí antes de salir de vuelta a la feria». De esta forma se habría completado la inversión inicial prevista por los empresarios, de cerca de ochenta millones de pesetas. «De ellos, cinco se habrán destinado a la preparación de la hectárea de viñedo propio de la rectoral, tres y medio a la adquisición del terreno, veinticinco a la construcción y alrededor de cuarenta para el equipamiento de la bodega», agregaba la noticia. Este equipamiento comprendía varios depósitos de acero inoxidable de 10.000 y 5.000 litros, estrujadora, despalilladora, filtro de tierras, filtro esterilizante, bombas de trasiego y tren de embotellado. La capacidad de producción que se estimaba para la nueva bodega, afirmaba Manuel Cabezas, era de 125.000 botellas, precisando que «en el supuesto de que la cosa funcione, la propia disposición de la bodega permitirá ampliaciones».

En la edición de la Feira do Viño de Amando de 1989 se pondrían a la venta más de 30.000 botellas de tres cuartos de litro, al precio de 300 pesetas cada. «Aunque hay algunas, como las de Rectoral de Amandi, que se venderán algo más caras», puntualizaba la información.

Una cita en la que predominaron los cosecheros de Lobios

En la Feira do Viño de Amandi de 1988 tomaron parte 18 cosecheros, según informó este diario el 19 de marzo de ese año. Por parroquias, los más numerosos —cuatro en total— fueron los de Lobios. Las de Barantes y Doade contaron con tres cada una. La de Brosmos, con dos. Por cada de una de las demás parroquias que estuvieron presentes en la feria solo participó un cosechero, incluyendo la de Amandi, que da su nombre a la subzona y a la feria vinícola. Las otras fueron las de San Martiño de Anllo, Bulso, Figueiroá, Pinol y Santiorxo.

Todos los vinos que participaron en esta edición —señalaba otra noticia de La Voz el 18 de marzo— habían pasado por «un control de calidad riguroso» en la estación enológica del municipio ourensano de Leiro. «En el proceso de control fueron eliminados algunos cosecheros», precisaba la información. La comisión organizadora exigió a los participantes que presentasen un mínimo de medio millar de botellas cada uno.

El recinto ferial fue inaugurado a las siete de la tarde del día 18 con un pregón del periodista pontevedrés Guillermo Campos. A continuación se abrieron los puestos y la primera jornada se cerró con un baile popular. En la segunda jornada, los puestos de las bodegas abrieron a partir de las nueve de la mañana. El programa de actividades comprendió pasacalles y alboradas a cargo de la Banda de Sober, que también ofreció un concierto. Al mediodía se entregaron los premios a los vinos elegidos en la cata profesional y a la una de la tarde se celebró además una cata popular.