La tecnología al servicio del castro de Viladonga: aparecen más construcciones gracias a nuevos métodos

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

LUGO

En el subsuelo de la zona del antecastro, a la izquierda, hay construcciones de las que hasta ahora no se tenía noticia.
En el subsuelo de la zona del antecastro, a la izquierda, hay construcciones de las que hasta ahora no se tenía noticia. OSCAR CELA

Hallan edificios en el subsuelo, fuera de la zona principal, gracias a prospecciones

09 feb 2024 . Actualizado a las 19:47 h.

A nuevas técnicas, nuevos descubrimientos en el patrimonio histórico. El empleo de otros sistemas de trabajo en el castro de Viladonga (Castro de Rei) permitió que el 2023 ofreciese datos sobre la existencia de construcciones hasta ahora desconocidas. Una prospección realizada por la empresa catalana SOT Prospección Arqueológica reveló la presencia de una serie de construcciones, presumiblemente viviendas y almacenes, en la zona del antecastro oeste.

Los trabajos en el castro se llevaron a cabo con la utilización de un gladiómetro y de un radar. El arqueólogo Rubén Álvarez Asorey —que trabaja en la Consellería de Cultura, Educación, Formación Profesional e Universidades, impulsora de la iniciativa— explicó este lunes que los dos citados sistemas consisten en técnicas indirectas, capaces de ofrecer resultados sin necesidad de excavar el terreno.

El sistema resultó novedoso dentro de los métodos de investigación aplicados hasta ahora en el citado yacimiento. El gladiómetro es un detector que permite, realizando cortes en el terreno, la medición de la distancia entre dos puntos próximos y calcular otras variables; el georradar utiliza las ondas electromagnéticas para investigar en el subsuelo. El primero puede ser manejado por una persona, mientras que el segundo suele funcionar acoplado a algún vehículo.

Las construcciones del antecastro —al oeste de la croa, zona más conocida y estudiada de todo el conjunto castreño— se hallaron aproximadamente a un metro de profundidad. Álvarez Asorey se mostró prudente sobre el momento exacto en que se pudieron levantar esos edificios, aunque los hallazgos de los últimos años han ido confirmando que el castro tuvo una importante ocupación antes de la época romana.

Sí está claro que el sistema, además de novedoso en cuanto a su empleo en Viladonga, fue útil. Los resultados de la investigación en la zona del antecastro ofrecen una valiosa orientación de un lugar al que deben dirigirse próximas investigaciones: «Aí hai unha zona de interese», reconoció el arqueólogo, que además destacó la existencia de calles entre las construcciones..

Otras áreas de trabajo

En las investigaciones, que tuvieron lugar del 26 al 28 de julio, se trabajó en otras tres zonas del castro, con resultados muy diferentes. Así, junto a la entrada este de la croa (acceso principal al castro por estar al lado del aparcamiento y del museo) aparecieron lienzos de una muralla que no es, como subrayó Álvarez Asorey, la de la croa sino más exterior. La presencia de varias murallas, agregó, se explica por la condición de recinto fortificado que era Viladonga. Para el arqueólogo, además, sería conveniente estudiar si las distintas murallas —se conoce la existencia de una tercera, más exterior que las otras— fueron construidas en la misma etapa o proceden de períodos diferentes.

En la zona del aparcamiento se hallaron tuberías que no revelan datos de interés porque son muy recientes: se corresponden con la construcción del Museo de Viladonga, inaugurado en los años ochenta. Una cuarta zona de prospección fue el sur de la croa, menos estudiada hasta ahora que otras de esa misma parte del recinto: se encontraron estructuras que por ahora, según el arqueólogo, no se pueden definir con exactitud.

En total se actuó en unos 5.000 metros cuadrados. La parte oeste del antecastro fue la de más intervención (2.400 metros cuadrados); luego, la cercana al aparcamiento (1.200); por último, la cercana a la entrada este a la croa y a la mina (700) y la zona sur de la croa (600).

El aljibe y el hacha son dos grandes hallazgos recientes

Si las prospecciones del 2023 muestran el camino para investigaciones futuras que pueden ser valiosas, los trabajos de años pasados también lo fueron. En el 2018 apareció un aljibe, que parece construido en el siglo III antes de Cristo o quizá antes. En el 2020 se encontró, dentro del aljibe, un hacha, que también parece de esa época. Las investigaciones están promovidas por la Xunta, con fondos del programa comunitario Feder.