El autoengaño solo provocará contagios

Daniel López Acuña EXASESOR DE LA DIRECCIÓN DE LA OMS

OPINIÓN

María Pedreda

08 dic 2021 . Actualizado a las 07:06 h.

El resurgimiento de casos de covid-19 en Europa en las últimas semanas no es el resultado de una sola causa. Es un efecto compuesto de varios factores que deben entenderse claramente para que las estrategias de respuesta aplicadas por los países y en nuestro caso por las comunidades autónomas se dirijan a las causas profundas del problema y sean lo suficientemente amplias como para responder de manera integral a todas ellas.

El problema precede al advenimiento de la variante ómicron, que hasta donde sabemos puede ser más contagiosa, producir una mayor frecuencia de reinfecciones y escapar significativamente a la eficacia de las vacunas, todo ello aún por determinar con rotundidad. Seguramente, el sombrío escenario que vive Europa se verá intensificado en las próximas semanas en las que ómicron se torne en la variante dominante en el continente, pero hay mucho que podemos hacer para mitigar sus estragos y no debemos verla como una fatalidad que nos paraliza.

Hay siete elementos principales cuya combinación variable en cada país ha determinado el desafortunado crecimiento de los casos de covid-19 en la región europea, a saber:

1.- Las bajas temperaturas y las inclemencias climáticas de la temporada otoño/invierno, aumentando el riesgo de infecciones virales respiratorias agudas, como la gripe estacional, las infecciones por el virus respiratorio sincitial y el covid-19, e induciendo una mayor y muchas veces desprotegida actividad interior en espacios a menudo mal ventilados.

2.- La aparición de variantes preocupantes con mayor transmisibilidad, gravedad y tendencia a escapar de la eficacia de las vacunas disponibles, particularmente las variantes delta y delta plus y ahora la variante ómicron recientemente identificada.

3.- La insuficiente aceptación de la vacuna, que da lugar a una cobertura de vacunación subóptima en muchos estados miembros, como resultado de la alta reticencia a la vacunación, la presencia generalizada de los movimientos negacionistas y antivacunas, así como la incapacidad de administrar la vacuna a toda la población diana que debería vacunarse.

4.- La disminución de la inmunidad resultante de la infección natural y la vacunación, medida en términos de anticuerpos humorales, reduciendo así el nivel de protección contra la infección, la severidad, el riesgo de hospitalización y el riesgo de muerte.

5.- La bajada de la guardia en cuanto a medidas de protección, fruto de un optimismo sin fundamento, que ha llevado a suspender en muchos casos el uso de la mascarilla tanto en interiores como en situaciones de riesgo al aire libre, y a relajar el distanciamiento físico y el rigor de las medidas higiénicas permitiendo reuniones sociales y aglomeraciones sin protección.

6.- La relajación temprana de las medidas restrictivas destinadas a impedir las interacciones sociales desprotegidas, especialmente en interiores y en reuniones masivas.

7.- La interrupción o reducción de las medidas de salud pública de diagnóstico precoz, seguimiento y rastreo, aplicación suficiente de las pruebas diagnósticas, aislamiento de los positivos y cuarentena de los sospechosos y control eficaz de los brotes limitados.

El rápido crecimiento de la incidencia en muchos países de la región en las últimas semanas no debe ser banalizado. Es importante y tiene un grave impacto en las dimensiones sanitarias, psicológicas, sociales y económicas. Debería desencadenar una acción anticipatoria, de modo que el aumento de la incidencia, la presión sanitaria y la mortalidad puedan frenarse tan pronto como sea posible sin que sea demasiado tarde para actuar y evitar repuntes significativos. Si no lo hacemos, en España ya estaremos en tres semanas, en plenas Navidades, en niveles de incidencia como los que tienen en este momento Suiza o Alemania.

No es momento de autoengaños y autocomplacencias. El problema ha ido creciendo. Solamente en España se han producido un poco más de 100.000 nuevos contagios en las últimas dos semanas, con una clara y sostenida tendencia al alza de la incidencia, como ha ocurrido en muchos otros países del entorno, que se refleja cada vez más en una mayor presión sanitaria y un mayor número de muertes por covid. Necesitamos tomar medidas de inmediato para evitar que crezca el número de infecciones. Este es un momento que exige acciones anticipatorias.

La mejora de la situación dependerá de lo que hagamos para frenar la transmisión comunitaria en los próximos días. El peor error sería la inacción, ir detrás de la curva de contagios, simplificar en exceso el análisis y la respuesta, confiar todo a una sola intervención, ya sea la vacunación sola, o requerir el pasaporte digital covid, o aplicar dosis de recordatorio o refuerzo, o trasladar nuestra atención exclusivamente a la nueva variante ómicron. Los contagios solo se reducirán si hacemos varias cosas a la vez. Superar y mitigar esta nueva ola de covid-19 requiere una estrategia integral que abarque la vacunación, las medidas no farmacológicas y la preparación de la capacidad del servicio de salud para hacer frente al problema.