El día 2 se cumplieron diez años de una de las iniciativas científicas más importantes de los últimos años. Me refiero al Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies (en siglas, BRAIN, que en inglés significa, precisamente, cerebro). Barack Obama, con la puesta en escena reservada para las grandes ocasiones, lanzaba este gran proyecto con el objetivo de mejorar nuestra comprensión del cerebro humano y así desarrollar tratamientos eficaces para los trastornos neurológicos y psiquiátricos, que estaban huérfanos de ellos. BRAIN está siendo ejemplo de cooperación de las diversas agencias y organismos y de trabajo interdisciplinar (la única manera de abordar algo tan complejo como el cerebro humano).
Sin echar las campanas al vuelo, el balance es positivo: son numerosos los avances que están mejorando ya la calidad de vida de muchos enfermos. Pero hay que ser realistas, es mucho todavía lo que queda por resolver. Uno de los temas que está cobrando relevancia es la relación entre nuestro estilo de vida y los problemas de salud mental, un campo que promete expandirse y generar información de hondo calado en el futuro inmediato.
En este sentido, me preocupa el incremento de las enfermedades mentales y de los suicidios. Creo que nuestras sociedades están produciendo enfermos… Deberíamos revisar nuestra manera de entender y de vivir la vida. Porque lo cierto es que algo está fallando estrepitosamente.