Acuerdo amplio, pero ¿con quién?

María Pereira López EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS, UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

OPINIÓN

Salvador Sas | EFE

13 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Tal vez fueran los efluvios que emanaban en la fiesta del albariño de Cambados, tal vez la desesperación política, pero lo cierto es que Feijoo se vino arriba para encontrar en la táctica apertura de carnes de Abascal, que tildó anteayer Nieves Lagares, las bases para un acuerdo constitucionalista que le llevara a la presidencia de España.

Tal vez aún no entendió Feijoo que precisamente Vox es el partido más alejado de los principios y valores de la Constitución, en la que sí estuvieron los comunistas, pero no los Buxadé de la época. Y tal vez tampoco entendió que la única razón por la que Vox se ofrece ahora es tratar de evitar otro descalabro en una supuesta repetición electoral.

Pero Feijoo sabe bien que Vox no puede ser su socio leal de legislatura, porque eso también lo haría irrelevante, y que la única salida que tiene hoy es la repetición electoral, porque dentro de cuatro años nadie dará un duro por su candidatura. Solo así se entiende el modo de venirse arriba en Cambados para, acto seguido, caer en los abismos al plantear su única opción de gobierno como «un acuerdo amplio y constitucional», sin especificar con quién. Porque ese es el problema, ¿con quién quiere o puede acordar Feijoo? ¿A quién le habla?

La verdad es que Feijoo no le habla a nadie, y ese es el mayor problema para la credibilidad del relato del Partido Popular hoy: que no hay un interlocutor, otro sujeto, que pueda hacer de contraparte en la confección del relato popular.

Y mientras Feijoo repite, cada vez con menos convicción, sus opciones de gobierno, Sánchez aspira a que el tiempo madure ese acuerdo amplio y constitucional que tanto irrita a los autoproclamados constitucionalistas, y donde están todas esas Españas que la Constitución quiso incorporar y que a los sectores «constitucionalistas» les cuesta tanto reconocer.

Lo malo es que los ciudadanos empiezan a estar cansados del rollo de Puigdemont, de los separatistas e incluso del diablo —Sánchez—, porque la noche del 23 de julio fueron muchos los ciudadanos antisanchistas que se dieron cuenta de que la anunciada y repetida debacle de Sánchez no se había producido, y que, más allá de que Sánchez guste más o menos a la gente, más allá de sus errores de gobierno, son muchos y muchas las que no quieren volver atrás. Y en esa lectura, la sintonía entre Sánchez y Yolanda es fundamental.

Sánchez y Yolanda se entienden, Feijoo y Abascal no; pero además Feijoo, el PP, no se entiende con ningún otro actor del Congreso, lo cual hace su situación insostenible en una lógica parlamentaria. Por eso es tan incomprensible lo del acuerdo amplio, incluso en la fiesta del albariño, en la que todo está permitido, pero no tanto.