Una vez más, Pedro Sánchez volvió a hacerlo. Cambió el paso a España con una acción inesperada. Lo ha puesto todo patas para arriba con su extraña carta a la ciudadanía. El país está en vilo. Las redes sociales echan humo. Y los tertulianos, con mucho que decir y poco que contar, hacen y facturan horas extras.
Está previsto que el presidente desvele su futuro político el lunes. ¿Qué va a hacer Sánchez? La pregunta del millón aún no tiene respuesta. ¿Servirá esta situación de prólogo de otro libro autobiográfico? Tenemos Manual de resistencia y Tierra firme. ¿Tendremos Punto y aparte? ¿O Punto y seguido? Habrá que esperar al 29, día de San Pedro Mártir, para saberlo.
Por ahora podemos hurgar en el detonante de esta extraña maniobra política. La apertura de diligencias previas contra Begoña Gómez es un disparate. La denuncia es de una asociación cloaquera, Manos Limpias, y consiste en recortes de prensa y noticias falsas recientes.
Es el último eslabón de una cadena que empezó con un gran bulo, el que decía que la mujer del presidente era transexual. Aquella patraña vino de la extrema derecha más cavernaria y negacionista, acantonada en el egocéntrico Madrid DF. Y llegó a ser trending topic. De aquellos polvos, y del «me gusta la fruta» de Ayuso como chiste e insulto, vinieron todos estos lodos.