La carta: lírica y épica

Pedro Armas
Pedro Armas PROFESOR EN LA UNIVERSIDADE DA CORUÑA

OPINIÓN

A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

29 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente del Gobierno envía una carta a la ciudadanía comunicando que se da unos días de reflexión para decidir si deja o no el cargo. Se trata en esencia de una carta de amor, lejos del género epistolar de Borges o Neruda. En la carta tuitera manifiesta el amor por su mujer y pide el apoyo de los demás para protegerla a ella y a la democracia de los ataques de los de siempre, a veces los de manos limpias, a menudo los de mentes sucias. Al hacerlo por internet, le han salido miles de followers y haters. La mujer del presidente se merece respeto, la democracia de todos se merecía otro foro.

 La vida no está en las redes. Aunque a través de ellas el mensaje llegue a casi todos, no todos se interesan por la política. Según el CIS, a cuatro de cada diez españoles la política les interesa entre poco y nada. Menos mal que a ocho de cada diez la democracia les parece la mejor forma de Gobierno y les preocupa que haya mucha o bastante crispación política. Es discutible que los políticos de antaño fuesen mejores que los de ahora, pero la ciudadanía tiene la percepción de que hemos pasado de una meritocracia a una mediocracia. No es un problema de falta de formación. Nunca hubo tanta titulitis y currículos hechos a medida de los políticos.

Antes, quienes accedían a cargos públicos venían de una larga trayectoria profesional; conocían los problemas de la sociedad que iban a gestionar. Ahora, vienen de una larga trayectoria orgánica (juventudes, nuevas generaciones); conocen bien a quién tienen aplaudir y apoyar para vivir de la política. En relación a los países del entorno, España tiene más políticos con más formación universitaria, pero también demasiados cargos de designación directa. Los partidos grandes se han convertido en oficinas de colocación. Las primarias han convertido a sus líderes en caudillos con aval democrático.

Así las cosas, el apoyo ha de ser personal. Por ejemplo, el sanchismo no es una corriente ideológica, es una cadena de apoyos personales a Pedro Sánchez. Durante la tregua indicada en la carta, los apoyos dentro del partido están garantizados, los sinceros y los interesados. Para conseguir apoyos fuera, el líder ha optado por un medio instantáneo, un contenido humanizado y un estilo coloquial. Los mismos destinatarios que aprecian este acercamiento consideran que desprestigia la política. Ahora bien, Sánchez ha demostrado que conoce como pocos al electorado volátil, al que intenta emocionar, primero con la lírica y luego con la épica.