Un petroglifo añade misterio a las tierras poco conocidas de Touro

Cristóbal Ramírez SANTIAGO / LA VOZ

TOURO

Iglesia de San Tirso de Cornado
Iglesia de San Tirso de Cornado CRISTÓBAL RAMÍREZ

En la ruta se pueden encontrar varias iglesias con elementos singulares

23 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La iglesia de Santa Mariña, en el sur de Arzúa, es un buen punto de partida de una excursión en busca de un Ulla que se hace el escurridizo. Corre por un cañón espectacular, pero por una parte es muy difícil descender por él, y por otra el río solo se ve cuando se está muy cerca, puesto que la vegetación —sobre todo el bosque de ribera— es muy densa. Ello quiere decir que el coche (no tiene sentido explorar a pie o en bicicleta) va a dar mil y una vueltas por pistas por lo general de anchura justa o muy justa.

La iglesia de Santa Mariña es un edificio pequeño, de una sola nave, humilde y sin presunciones, pero bonito. Además, como las tumbas en tierra están cuidadas y con flores algunas de ellas, el entorno se hace incluso acogedor y, desde luego, nada tétrico. El edificio posee un campanario simple con campana (y otra en la parte de atrás, lo cual por lo menos resulta curioso) con elegante decoración en su parte superior. Dos puertas, una de ellas lateral, y bancos para descansar viendo el templo. Además, un poco más allá hay una zona extensa con porterías para que los pequeños de la familia corran un poco.

Iglesia de Santa Mariña
Iglesia de Santa Mariña CRISTÓBAL RAMÍREZ

Yendo hacia el norte se coge el primer desvío a la izquierda con la señalización de Pena Furada. Para llegar a esta hay que caminar diez minutos por una zona despejada, dejando una vivienda a la diestra, y alcanzar un bosque.

¿Y qué es Pena Furada? Pues un petroglifo, una muestra de un arte rupestre que pervivió entre hace 10.000 y hace 3.000 años. O sea, una piedra en la que se grabaron dibujos y que, obvio es decirlo, hay que admirar pero bajo ningún concepto tocar, ya ha sufrido bastante con las tareas agrícolas y de silvicultura que la han mutilado en una parte pequeña. Presenta unas hendiduras.

Iglesia de San Martiño
Iglesia de San Martiño CRISTÓBAL RAMÍREZ

Visitada esta muestra de arte neolítico, en Xunqueira a la izquierda para ganar Vilar. Desde la última casa arranca una pista de tierra por la que no debe ir el coche. Es el momento de estirar las piernas teniendo en cuenta que la pendiente es mucha. Pero al final se llega hasta la orilla del Ulla, que por ahí discurre por un tajo tan desconocido como impresionante una vez superado el embalse de Touro (para llegar a este en coche hay que ir por el lado pontevedrés).

Marcha atrás hacia Xunqueira, continuando recto para alcanzar la iglesia de San Martiño de Calvos de Socamiño, muy poco después de un lavadero de cemento carente de interés. Diciendo por delante que la explanada para aparcar presume de amplitud, pero con un escalón por el que ya se fue algún coche, el templo es realmente grande, levantado en el siglo XVIII y con reformas posteriores que permitieron abrir ventanas.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Una fuente ornamenta la explanada, con agua saliendo de cuatro caños con forma de cabeza de león, y un palco de música cuya parte baja es centro social completa el conjunto. Eso sí, quien acuda allí esperando disfrutar del parque infantil que olvide la idea: está arruinado.

Rilo (con un horno tradicional), Subres y el laberinto de pistas que viene a continuación marcan la ruta para llegar a otra iglesia, la de San Tirso de Cornado, también grande y con una cruz antefija en su parte de atrás, en el testero. Notable torre con unos adornos que llaman la atención. Y un elemento que suele pasar desapercibido: un magnífico muro de muchos metros que cierra el cementerio, y que ya tiene sus años. Puro arte popular.