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Pesca una lubina de 9 kilos en Santa Cristina, en Oleiros: «Es un sueño hecho realidad»

Tamara Rivas Núñez
T. Rivas A CORUÑA

PESCA Y MARISQUEO

Cedida

Miguel Tomé Vázquez estuvo 25 minutos peleando con el ejemplar hasta lograr sacarlo del agua

10 mar 2024 . Actualizado a las 15:33 h.

Salió de casa con una «corazonada», un presentimiento que acabó por convertirse en una jornada de pesca imborrable para Miguel Tomé Vázquez. Fue sobre las 8 de la mañana y tras una pelea de 25 minutos cuando consiguió sacar del agua en la playa de Santa Cristina una lubina de algo más de 9 kilos de peso (9,09 marcó en la báscula). «Fue una pelea preciosa. Me estuvo llevando de un lado a otro durante 25 minutos. Tenía un hilo fino y me preocupaba que se rompiese. Ella me daba tirones, yo soltaba algo de carrete, cuando podía recogía… y así hasta cansarla y poder sacarla. Llevo años persiguiendo algo así y esto es un sueño hecho realidad», relata este carpintero de 45 años aficionado a la pesca. Ya desde un primer momento supo que no sería un ejemplar más de los que acostumbra a pescar. «Cuando mordió estaba mirando al puntero de la caña y al ver que dobló hasta la mitad, me di cuenta que era algo grande. Al primer tirón supe que traía algo potente entre manos, pero no me imaginaba tanto», asegura con orgullo.

La casualidad quiso que la hazaña tuviese lugar en Santa Cristina, en las inmediaciones de la lengua de arena que aparece con la bajada de la marea. «Me gustan más la playas bravas como Valdoviño, Doniños, Baldaio, Razo… pero vi que las condiciones en Santa Cristina eran buenas, con viento del sur y la bajamar a las 8.30, así que me acerqué», explica. «Entre pescadores se habla de alguna lubina de ocho kilos, pero de nueve no he oído hablar. Cuando uno planea la jornada de pesca siempre va con la máxima ilusión. A partir de ahora seguiré planificándola, pero sin presión, y disfrutaré de esta pasión que es maravillosa. Es la actividad  más bonita que existe», añade.

Sin nevera suficiente donde guardarla ni horno en el que poder cocinarla, Miguel Tomé se fue hasta la coruñesa plaza de Lugo, donde más de un curioso se acercó para fotografiar una lubina que no pasaba desapercibida. En uno de los puestos se la partieron en tres trozos. «Dos los congelaré y el otro lo prepararé mañana para disfrutarlo con mi madre, mi hermana y mi sobrino», conlcuyó.