Lina: «Con 76 años sigo haciendo los callos cada fin de semana»

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MARCOS MÍGUEZ

Dice que está retirada, pero sigue llevando la cocina como el primer día (hace medio siglo). Avelina se levanta cada mañana a las cinco para preparar los pinchos del bar. Un día callos, al otro fabada, y el resto, ¡sorpresa!

11 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 76 años Avelina Marán, vecina de Arteixo (A Coruña), dice que ya se retiró de la hostelería, sin embargo, todos los días a las cinco de la mañana se planta el delantal y se pone a cocinar para sus clientes. El bar O que Faltaba es conocido en la zona por los callos de esta extraordinaria cocinera. Los sábados, callos, los domingos, fabada y el resto de días de la semana, según el producto que le llegue elabora un plato u otro: guiso de choupa, albóndigas, macarrones con ternera... Y eso sumado a la ensaladilla, la tortilla y la ensalada de pasta, que ya son fijos en la carta de pinchos. Los lunes cierran, pero si llamas a esta «jubilada» en su día libre, te la vas a encontrar recogiendo «el desastre que se quedó sin limpiar de la jornada anterior».

Avelina solo tiene dos manos y un fogón en su cocina estrecha de 10 metros cuadrados. No puede ofrecerte una tapa a mayores ni pagando, porque si lo hiciera, se le vaciaría la olla a media mañana. Y si algo le hace feliz a esta gran cocinera es que todos sus clientes puedan disfrutar de sus platos. La forma para mantener a sus invitados contentos y satisfechos es ofreciendo un pincho gratis con la bebida.

50 AÑOS TRAS LA COCINA

Con tan solo 27 años Avelina se puso al mando del negocio junto con su marido, ya fallecido. «Mi esposo siempre decía: ‘Otros bares ganarán mucho más dinero, pero nosotros ganamos el cariño de todos nuestros clientes’», recuerda la jubilada mientras se emociona. Medio siglo después, le cedió el local a su nieto, pero todos saben que quien manda en la cocina es Lina, como la conocen en el bar. No necesita ni pide ayuda, el fogón solo lo controla ella. «Una de callos, otra de garbanzos, otra de ensaladilla», las comandas entran a voces y ella misma sirve las tapas. «Por suerte todavía no me duele nada», dice a sus 76 años. Cuando el bar está más calmado, o como lo llama ella, «el gallinero», es ella misma la que reparte los cuencos rebosantes de garbanzos y trozos de ternera. Y como los chefs después de cada servicio, Avelina va mesa por mesa saludando a todos los comensales. «Son como de la familia, hasta tres generaciones se han pasado por aquí: abuelos, hijos y nietos», añade orgullosa. Explica que en el bar todos se conocen: «Si alguno falta unos cuantos días me pide disculpas».

Cuando no ven a Lina por ahí, su clientela se preocupa: «Siempre preguntan por mí y esto me anima a seguir». Lo que está claro es que Avelina, además de gran cocinera, es una gran anfitriona. Con los años le llegan nuevos clientes, pero el trato recibido es el mismo para todos: con los brazos abiertos y una tapa de lo que más guste para acompañar la bebida.