Lucas, 30 años: «En Galicia es más fácil encontrar trabajo que piso»

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«Nunca me llamaron de tantos curros como ahora», dice este joven de Talavera de la Reina. No puede aceptar ningún empleo porque todavía no tiene dónde mudarse. Y en contrapunto, los arrendadores no le alquilan por no tener un contrato firme

16 oct 2023 . Actualizado a las 11:47 h.

El problema de los alquileres ha llegado a tal punto que es más fácil encontrar trabajo que vivienda, o eso opinan los jóvenes que se vienen para Galicia a probar suerte. La principal causa ya la sabemos: muchos inquilinos y pocos pisos. Al haber tan poca oferta, las opciones que hay disponibles hacen que suban los precios, y las gangas —por la friolera de 500 euros al mes por una habitación— vuelan. Así está el panorama. Y menos mal que en Galicia no hay una excesiva falta de empleo. «Nunca me habían llamado de tantos curros como ahora», dice Lucas, un joven de Talavera de la Reina de 30 años que tiene previsto mudarse para A Coruña en cuanto encuentre casa. Con una mano delante y otra detrás, este joven está haciendo entrevistas para diferentes puestos, pero, al decir que no ha podido todavía encontrar vivienda en la ciudad, lo echan para atrás: «A veces, con suerte, me dicen que les llame de nuevo cuando esté instalado». Sin embargo, el tiempo corre, y el piso no le llega. «En casi todos los contratos de arrendamiento se pide que las dos últimas nóminas superen los 1.800 euros al mes y mínimo un año en la empresa con contrato indefinido. Si no es así, hay que presentar un aval y hacer un seguro de impagos, que normalmente asume el propio inquilino, en vez del propietario, que es al que le debería corresponder», explica Lucas, que a pesar de tener posibles empleos, como no hay aún uno en firme, no le sirve como garantía para el arrendador.

Lucas eligió Galicia por amor. Su pareja es de A Coruña y él de Talavera de la Reina, ciudad que está entre los primeros 15 municipios con la tasa de paro más alta de España. Trabajo nunca le ha faltado, pero el corazón manda, y lo otro va y viene. En un principio lo que le preocupaba de instalarse en Galicia era el empleo. En su currículo tenía experiencia en varios sectores, el de moda y logística, pero para él, «mudarse a una ciudad nueva, en la que no conoces a nadie y sin una cama siquiera en la que dormir, era bastante arriesgado». Así que empezó a responder a ofertas de trabajo antes que centrarse en el piso. Lucas no se imaginaba que los trabajos le fueran a llover y que la vivienda iba a ser el verdadero foco del problema: «Nunca me habían llamado de tantos curros como ahora».

SEGUNDA VEZ EN GALICIA

Hace tres años, Lucas ya había vivido en Vigo por trabajo, pero entonces no tuvo tantas dificultades como ahora. «Allí conseguí un piso en pleno centro de la ciudad, a dos minutos de mi puesto de trabajo, de dos habitaciones, con garaje incluido, y todo por 600 euros al mes», explica. En plena calle Príncipe de Vigo, encontrar ese chollo a día de hoy es impensable. «Un piso en esas condiciones, con esa ubicación y con más de un dormitorio es difícil que te baje de los 800 euros. Y en A Coruña es igual», añade.

«La semana pasada ya me salieron dos oportunidades de trabajo, pero si acepto, la única opción que tengo es la de mudarme temporalmente a casa de mi novia», explica. Y la situación no está como para andar rechazando ofertas; sin embargo, según el joven, a los entrevistadores les echa para atrás que todavía no tenga casa y sea de fuera: «Los que me llaman son para incorporación inmediata, y cuando les digo que no estoy en la ciudad todavía, se les nota en la voz que no les hace mucha gracia». «Prefieren gente con total disponibilidad que alguien que va a tener problema para conseguir vivienda en un plazo corto de tiempo», asegura.

A Lucas no le queda más que esperar a mudarse para buscar trabajo. «Una vez que consiga asentarme allí, me centraré en lo laboral, lo importante ahora es tener un techo bajo el que dormir sin tener que meterme en casas ajenas», dice este joven que, como muchos, están desesperados por encontrar lo que les corresponde por derecho: un sitio para vivir.