La empresa gallega de la que nadie quiere irse: «Trabajamos de lunes a jueves, sin horario y con días libres ilimitados»

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ANGEL MANSO

Hack A Boss presume de haberse convertido en tiempo récord en una de las «start up» más prometedoras de España a base de medidas sociales increíbles. Lograr la excelencia y cuidar al máximo a la plantilla es posible. «Es una burbuja mágica que no queremos que explote», dicen sus empleados. Entramos en una oficina del futuro

13 ene 2024 . Actualizado a las 22:00 h.

Cruzar las puertas de Hack A Boss es algo así como aterrizar en el siglo XXII. En una especie de universo paralelo en el que las personas trabajan de lunes a jueves, disfrutan de todos los festivos y no tienen horario de trabajo. Ir a la oficina en esta empresa es voluntario y los días libres son ilimitados —y sin remordimientos—. Ni siquiera hay que pedirlos. Basta con informar al resto del equipo a través de una aplicación informática. «Si tú combinas todo eso, es una burbuja mágica que no queremos que explote», dice Alba Pulleiro, que forma parte del departamento de Admisiones.

La plantilla tiene una edad media de 36 años y en el momento de atender a este periódico se afana en hacer entrevistas de trabajo para cubrir cinco nuevas vacantes de forma inminente. Con tan solo cuatro años de trayectoria, dos de ellos en pandemia, esta empresa de A Coruña que bien podría haber salido de Silicon Valley se perfila ya como una de las start up con más proyección del país. LinkedIn la situó recientemente entre las 20 más top de España, concretamente en el número cinco de un ránking en el que es la única gallega. Pero, por encima de todo, esta empresa es el ejemplo de que trabajar duro confiando plenamente en el empleado puede ser la clave del éxito más arrollador. «Tú aquí llegas con la confianza al cien, y esa confianza se mantendrá o disminuirá dependiendo de lo que hagas», indican sus trabajadores.

Hack A Boss se dedica a impartir bootcamps —cursos formativos especializados de carácter intensivo— de programación web y de ciencia de datos e inteligencia artificial. La tecnología es la piedra angular sobre la que gira un modelo de negocio en el que prima el concepto de transparencia radical y en el que no hay información oculta de ningún tipo para nadie. Todos los datos de la empresa, ya sean financieros o de cualquier departamento, están al alcance de todos los empleados en todo momento. Se organizan también dos reuniones semanales con la plantilla al completo de todas las áreas, en las que todo el mundo se entera de lo que hace el resto. Un pedagogo puede enterarse de lo que pasa en Márketing o en Recursos Humanos. Sentirse parte es fundamental en su filosofía.

Lo cierto es que las cifras son de vértigo. Con solo cuatro años de existencia y el covid por el medio han alcanzado ya las 70 personas en plantilla, 80 con los colaboradores externos. «Y seguimos creciendo. Estamos trabajando en la incorporación de varias personas para ya, y nuestro equipo está por toda España. Somos gallegos, pero tenemos a gente por Madrid, Tarragona, Valencia, Murcia, Sevilla... También en el extranjero, en Italia, Argentina... La diversidad forma parte de nuestra cultura», explica Pilar Varela, la responsable de Talento, en la sede de la empresa, un edificio del siglo XIX que da por un lado al número 1 de la calle Real de A Coruña y por el otro a la fachada de la Marina. Una sede histórica para una empresa puntera.

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Un Batman a tamaño real recibe al visitante en uno de sus dos accesos. Es el superhéroe preferido de su CEO, Pablo Rodríguez. Toda la plantilla se lo regaló en una fiesta a la que acudieron disfrazados de superhéroes con sus familias. En esta empresa las fiestas y actividades conjuntas son habituales. Al fondo, se encuentran algunos de los empleados en sus puestos de trabajo. Uno de ellos maneja su portátil dentro de una suerte de cabina futurista. «Están totalmente insonorizadas. Ahí dentro podemos programar y tener videoconferencias; además tienen luz, las mesas pueden elevarse o bajarse... Las usamos mucho cuando buscamos privacidad», cuentan.

Aunque sus beneficios sociales son hoy la envidia de muchos —«es raro ir a un evento o a una boda y que no te pregunten después cómo pueden enviar el currículo», relatan sus trabajadores—, lo cierto es que la primera sensación que experimentó la plantilla cuando la empresa decidió implementar la jornada laboral de cuatro días a la semana, hace ya casi tres años y en medio de la pandemia, fue de estrés. «De hecho, lo primero que planteamos fue una experiencia piloto para ver lo que podría pasar, porque al final tienes que hacer lo mismo de cinco días en cuatro, y funcionó bien», indica la responsable de Talento, que matiza que esta no es una fórmula que se adapte a todas las empresas y sectores: «En el sector tecnológico tenemos ventajas, trabajamos con herramientas colaborativas, tenemos muy organizados los procesos y trabajamos de una manera que nos permite agilizar».

Su programa de bienestar para los trabajadores es bestial. También fundamental a la hora de retener el talento y fidelizar a los empleados. Parte de sus estrategias para ello tienen que ver con la jornada laboral de cuatro días: «Hay una parte de adaptación de uno mismo y otra de educar a los clientes, por ejemplo, para que sepan que los viernes no estás disponible. Es posible que haya que atender a alguno o hacer una entrevista de trabajo porque no queda otro remedio, pero son cosas muy puntuales».

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Las formaciones se imparten de lunes a jueves en horario de 18 a 22 horas de forma remota, con alumnos y profesores conectados e interactuando como si fuesen presenciales. Nadie trabaja el fin de semana. El horario es flexible con un máximo de 37 horas semanales y la plantilla trabaja por tareas y objetivos. Cada trabajador se organiza el horario como quiere entre las 9.00 y las 22.00 horas. Cabe destacar que la reducción a cuatro días de trabajo no implicó una reducción salarial: «Muchas empresas lo venden, pero rebajando el salario. Aquí haces lo mismo en cinco días que en cuatro, entonces no tiene por qué reducirse tu sueldo. Es más, tienes que premiar al trabajador, porque está mejorando la productividad y haciendo el trabajo en menos tiempo».

«Es importante saber que la jornada de cuatro días va ligada a unos objetivos. Si los cumples, disfrutas de ella. Pero lo regulas tú mismo, no la empresa. Y el trabajar o librar los viernes también es voluntario», indica Varela. Los trabajadores apuestan por cumplir objetivos cuanto antes para disfrutar de los tres días de descanso.

Cada mes, dos viernes son completamente libres y otros dos la empresa organiza actividades de equipo para ayudar a generar ese necesario sentido de pertenencia, de compromiso y de cercanía, también con los trabajadores remotos —que representan el 37 % del total—. Muchos acuden presencialmente a ellas y, para los que no pueden, se conectan a tiempo real. «Un viernes se hace una actividad formativa, donde cualquier persona de cualquier área puede contar lo que quiera de manera formal o informal, ya sea relacionado con el trabajo o no, y el otro viernes organizamos actividades de team building», explica la directiva. Han hecho de todo. Concurso de cócteles, teatro de improvisación, surf, judo, han ido a visitar los tejados de la catedral de Santiago, han hecho desayunos saludables... Un trabajador vinculado a esa actividad o deporte hace de cómplice, y para el resto es sorpresa. Como mucho, la empresa indica si hay que llevar una ropa especial. Y los que no pueden ir no solo pueden verlo en directo, sino que muchas veces se les obsequia con algo relacionado. «Cuando fuimos a la Catedral, a los remotos les mandamos una tarta de Santiago a sus casas, por ejemplo», indica Varela, que añade cuál es la filosofía de los recursos tan humanos de los que presume esta empresa: «Nos volcamos en atraer y retener el talento. También prestamos mucha atención a las personas y a su bienestar. A cambio, somos una empresa con un nivel de exigencia alto y tenemos mucho talento dentro, incluso gente con altas capacidades y muy joven, sin estudios todavía, pero que es buenísima en tecnología y está impartiendo formación».

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Empleados de todo tipo

No hay que tener un perfil determinado para optar a un puesto de trabajo en Hack A Boss. En principio, nada penaliza. Ni que te falte experiencia, ni ser sénior, ni tener hijos o familiares dependientes a tu cargo. Todo lo contrario. En esta empresa paritaria —tanto en la plantilla como en el comité de dirección— contratan a gente diversa, de todas las edades y con formaciones muy dispares, pero con algo en común: la tecnología y estar en línea con una serie de valores que son marca de la casa. «Buscamos gente que tenga pasión por lo que hace, a la que le guste la transparencia, la sostenibilidad, los animales —tienen espacio para ellos, con chuches y juguetes para que los puedan llevar—, también disponemos de espacio para los niños de los trabajadores y una cultura superabierta», indica la responsable de Talento, que narra anécdotas como la de un reciente comité de dirección al que acudió la madre septuagenaria de un trabajador para aportar sus opiniones.

Aunque resulte muy atractivo desde fuera, no todo el mundo vale para trabajar aquí, advierten. «Tú lo cuentas y es muy chulo. Es tener toda la libertad del mundo. Vas, vienes, sales, entras, y nadie te pregunta. Pero hay que saber gestionar esa libertad, que es lo más complicado. En el día a día hay que ser comprometido, cumplir con los plazos, hacer un trabajo de calidad y documentarlo todo», indica la directiva, que añade que el reguero de beneficios sociales del que disponen los trabajadores no es fácil de manejar: «No tienes horario, organizas el trabajo como quieres, tienes tus días de vacaciones fijados por convenio, y a mayores todos los puentes y festivos. La plantilla también disfruta de días libres ilimitados. Tú entras en una aplicación y, mientras cumplas con tus objetivos, tareas, proyectos y resultados, si consideras que puedes cogerte el día, lo subes e informas de que te lo vas a coger. Lo único que no puedes es unirlo a un puente o a un día festivo. Pero después, como si lo coges para irte a las rebajas». A mayores, la empresa también premia al trabajador regalándole el día libre de su cumpleaños, y le ofrece una bolsa de días para el deporte en el caso de que esté federado para que pueda acudir a las competiciones sin que se le descuenten esos días de sus vacaciones.

«Tienes que saber gestionarte. Y se aprende, eh. Yo cuando llegué tenía esa sensación de: ‘¿En serio puedo estar en el súper en vez de estar trabajando?’. Y no pasa nada, porque después llega el jueves y si tienes el trabajo hecho, estás en objetivos y el equipo va bien, porque no vale con que vayas bien tú solo, tiene que ir también el equipo, te acostumbras», dice Alba Pulleiro. Para ella, que se dedica a vender los cursos formativos por teléfono en el departamento de Admisiones, esta nueva filosofía fue un choque brutal. «Los departamentos de ventas suelen ser muy agresivos, y yo tuve que desaprender lo anterior después de 20 años trabajando en esto. Tuve que aprender, y me costó, a alegrarme por las ventas de mis compañeras cuando yo no estaba vendiendo», indica la empleada, y no solo eso: «Cuando ves que no vendes y no entiendes por qué, viene tu jefa y te dice: ‘Lo estás haciendo bien, no pasa nada, ya te saldrá. Siempre hay un factor suerte, sigue así, lo estás haciendo genial’. Tú imagínate...».

Para trabajar en Hack A Boss hay que ser de una pasta especial. Así lo confirma Alejandro Manzanares, que va camino de dos años en la empresa y forma parte del departamento de Márketing. «Yo he visto a gente pasar que no se ha quedado porque hay que tener cabeza y madurez. De hecho, creo que lo primero que tienes que tener es un trabajo estándar, es decir, un primer trabajo estresante, agobiante, de horario partido y jefe regulinchi». «Vienes de lo de antes y peleas lo que haga falta para mantener este trabajo. Si esto me puede durar toda la vida, voy a hacer lo que sea», dice su compañera Alba, que viene de un modelo especialmente duro. «Yo vine perdiendo mucho dinero, pero es que te tienen que pagar mucho para aguantar lo que yo aguantaba en mi empresa anterior. Tenía teletrabajo, pero con un horario fijo y un sistema de control a través del cual nos grababan la pantalla del ordenador. Si en un minuto no movía el ratón, o no escribía, se generaba una inactividad», indica la trabajadora, que añade que al final del día se facilitaba un informe completo en el que aparecía toda la plantilla de mayor a menor inactividad con nombres y apellidos.

Informes de inactividad

«Yo durante el trabajo cojo el teléfono y hablo caminando. Claro, luego me sentaba y decía: ‘Dios, llevo 10 minutos sin mover el ratón’. Una vez me llamaron de Recursos Humanos para decirme que tenía mucha inactividad. Pero al mismo tiempo, tenía un informe de siete horas habladas, que es muchísimo. Al final, acabé desarrollando un tic que sigo teniendo, de mover el ratón con la mano continuamente», detalla. Hoy Alba puede acompañar a su hijo a taekuondo, disfrutar de su tiempo, hacer los recados que necesita en su día a día o quedarse teletrabajando sin problema cuando le apetezca.

«Yo no tengo hijos, pero sí dos gatos y un perro, y esto ayuda mucho», señala entre risas Cristina Barreiro, que imparte formación en el departamento académico de la empresa. Psicopedagoga, el suyo es un perfil educativo y asegura que el descanso de tres días repercute mucho en su semana: «A nivel productividad es increíble. Yo el lunes me levanto descansadísima, llego y hago más horas o las aprovecho más. Y al mismo tiempo, si tienes un día peor o no te encuentras bien y haces menos horas no pasa nada, tú regulas tu trabajo. Además, a mí me gusta empezar temprano, porque a veces me levanto a las 6 de la madrugada para pasear al perro, que hace poco que lo adopté y le gusta salir a la calle muy de noche». «Yo al contrario, a mí lo que me permite es levantarme supertarde, ¡ja, ja! Llego a la oficina a las 10.30 y nadie está mirando ni echando cuentas de las horas. En la empresa de la que vengo, si llegabas cinco minutos tarde te miraban. Era horario partido y tenía que irme corriendo a casa para que me diera tiempo a comer y volver corriendo. También pedí que me adelantaran el turno y no lo hicieron. Vivía en un estado eterno de agobio», añade Alejandro.

Esa flexibilidad es una de las cosas que más valoran los empleados. «Cuando informas de que coges el día, si dices que te encuentras mal la respuesta es: ‘Recupera, desconecta y descansa’. Si al día siguiente estás mejor, vuelves sin tener que aportar ningún justificante, porque hay confianza», señala Alejandro. Por supuesto, también triunfa el concepto de días libres ilimitados. «Es algo que yo, como empleado, creo que hay que usar con cabeza. Si lo coges, en el sistema lo documentas para que lo sepa tu equipo y ya está; no es necesaria ni la validación, pero no hay que abusar», dice el experto en márketing. «Yo, por ejemplo, si viene un día mi madre, que no vive aquí, cojo el día para pasarlo con ella», añade Cristina.

Todos coinciden en que estas medidas son una forma de fidelizarlos. «La diferencia salarial para tentar a alguien con una oferta de otro sitio tiene que ser enorme para abandonar esto. Es salario emocional», afirma Alejandro.

La presencialidad es optativa, salvo para puestos muy concretos como el de office manager, que tiene que realizar labores como recoger físicamente la paquetería; de hecho, es posible llegar un día a la sede coruñesa de la compañía y no encontrar a nadie porque todos han decidido trabajar en remoto. Ocurre todo lo contrario los dos viernes al mes que ofrecen formación o actividades. «En las formaciones se imparten cursos, en mi área, por ejemplo, de Google Analytics, de branding, de comunicación de la empresa para saber qué hacer y qué no... Son de asistencia voluntaria, pero si tú decides no ir a una formación, lo normal para mí es quedarse adelantando algo de trabajo, no irte a la playa. Si no vas a estas superclases que están organizadas y muy curradas, por lo menos trabaja en algo. La actividad cuesta, además suelen darse premios a los empleados, se organiza un desayuno anterior... Se hace un esfuerzo logístico y económico por parte de la empresa. Yo en dos años puedo decir que he aprendido tantas cosas que siento que llevo diez», señala Alejandro. «Después, hay muchas actividades que apetecen, además de ver a los compañeros», apunta Cristina, que señala otra de las grandes ventajas de las que disfrutan: la flexibilidad de ubicación en verano. «Puedes irte a Mallorca, por ejemplo. Lo comunicas y ya está, trabajas desde allí», apunta.

Las horas vuelan en esta oficina en la que nadie mira el reloj. Tanto que Alba se va a recoger a los niños al colegio, y Cristina y Alejandro deciden que ya es hora de irse a comer a casa. La gente en esta empresa no vive para trabajar, trabaja para vivir. Parece un concepto obvio, pero no siempre lo es, aseguran: «Cuando viene gente nueva, ya van varias personas que dicen: ‘Sois lo que parecéis’». Una suerte de burbuja mágica que todos querrían para sí y que nadie quiere que explote.