Dmitry se instaló en España buscando la libertad que no tenía en su país: «En Rusia nos detuvieron por ir cogidos de la mano»

ALEJANDRA CEBALLOS

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cedida

Esta pareja de eslavos sufrió discriminación durante años por ser homosexual. Hace año y medio que llegaron a Galicia donde se siente libres y seguros. «Allí, la policía nos daba miedo, aquí es todo lo contrario». dice Dmitry

16 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El 24 de febrero del 2022 es una fecha que Dmitry Burdov (antigua URSS, 1973) tiene muy nítida. La guerra que él esperaba desde diciembre, finalmente comenzó. En cuanto se recuperó del shock, empezó a evaluar adónde irían él y su pareja, Yaroslav. La decisión estaba clara desde antes, pero querían buscar un país que respetara los derechos de las personas homosexuales para, por fin, poder vivir con tranquilidad.

Dmitry nació hace 51 años en un pueblo pequeño donde la homosexualidad no estaba permitida. De hecho, era un tema del que no se hablaba, y la única vez que confesó su amor a un chico fue puesto en ridículo delante de sus compañeros de universidad. Así que guardó silencio. No fue hasta el 2000, al mudarse a Moscú, cuando por fin pudo vivir sin ocultar su orientación sexual. «En Moscú y San Petersburgo había bares gais, podías disfrutar de tu sexualidad sin sentirte juzgado. Estaba muy normalizado», rememora con nostalgia.

Allí conoció a Yaroslav, con quien actualmente lleva 13 años de relación.

Vivían juntos en un piso. Dmitry trabaja como analista de datos para grandes empresas de telecomunicaciones en Rusia, y Yaroslav como dependiente en una tienda. Parecía que por fin podrían tener una vida tranquila. Sin embargo, en el 2012, las cosas empezaron a cambiar.

Con el regreso de Putin a la presidencia, la homofobia empezó a aumentar en el país. Promulgaron una ley anti LGTBI, la policía empezó a hostigar los bares que frecuentaban y ya no podían caminar con tranquilidad por la calle. «Una vez, la policía nos detuvo por ir cogidos de la mano; nos querían llevar a la comisaría», rememora Dmitry. A pesar de todo, ambos tenían sus trabajos y sus sueños depositados en Rusia, así que no era sencillo tomar la decisión de dejar el país. Sin embargo, Yaroslav fue despedido por padecer VIH, y ambos sentían cómo cada vez tenían menos derechos. Querían dejar Rusia y buscar una opción donde pudieran vivir con libertad. Algunos de sus amigos vivían en España y les dijeron que la situación estaba muy bien, así que desde entonces empezaron a tenerla en el punto de mira.

 HUIR DE LA GUERRA

Todo se materializó cuando explotó la guerra de Ucrania. Ya no había más tiempo para pensárselo. Dmitry y Yaroslav empezaron a tramitar sus pasaportes y sus visas, y en junio lograron salir del país. Primero fueron a Kirguistán, donde pasaron 10 días, luego otros cuatro en Turquía y, finalmente, volaron a España, donde los esperaban algunos amigos que les ayudarían durante los primeros días. En Galicia se encontraron con una comunidad que los ha hecho sentir acogidos, a pesar de no hablar castellano. «Todos han sido muy amables. En el ayuntamiento siempre están dispuestos a ayudar. De hecho, en Rusia nos daba miedo la policía; aquí, todo lo contrario», acota Dmitry.

Aquí han vivido su primer desfile del Orgullo, pueden ir cogidos de la mano por la calle, no tienen miedo de decirle a la gente que son pareja e incluso pueden vestir los colores de su bandera arcoiris. Sin embargo, la adaptación ha sido complicada. A año y medio de su llegada, aún no tienen una respuesta respecto a su asilo, y Dmitry no ha podido conseguir un trabajo. Se gastó los ahorros de toda su vida en sus seis primeros meses de estancia, y ahora ambos dependen de organizaciones como Accem para poder vivir.

A pesar de todo, Dmitry sabe que no regresará a Rusia. Mientras continúa aprendiendo español, su familia lidia allí con la inflación y la represión constante. Entre tanto, él espera una respuesta de Extranjería y afirma: «Estoy listo para trabajar en lo que sea». Sabe que aún le falta mucho camino por recorrer, pero también está seguro de que vale la pena.