Sigue siendo noticia que un famoso extranjero se mude a España. El psicoanálisis social detectará un complejo de inferioridad colectivo edificado durante los años negros, cuando todo lo que pasaba por aquí olía a cerrado. Las cosas han cambiado, pero aun así nos sorprende que una estrella como Richard Gere se vaya a convertir en vecino de Madrid; más aún nos pellizcan sus argumentos sobre las bondades ibéricas, ese promocional perfecto que construyó en una entrevista con Vanity Fair en la que proclamó: «Amo España y creo que vuestro estilo de vida es fabuloso. También vuestra capacidad para vivir transmitiendo alegría y felicidad. Es un lugar hermoso, la comida es extraordinaria y la gente derrocha sensibilidad y generosidad, así como una férrea voluntad de reír y disfrutar». Si el Ministerio de Turismo hubiera encargado una campaña, no conseguiría reunir tantos tópicos positivos, pero es una estrella de Hollywood la que habla.
Por aquí, que se instale un famoso entre nosotros suele ser considerado un asunto prodigioso. Hace un tiempo circuló una foto de Joseph Fiennes, el protagonista de El cuento de la criada o Shakespeare in love, en un bar de Trives. Departía en la taberna con la normalidad con la que lo haría un paisano, pero la instantánea invitaba a repasarla una y otra vez como si la combinación de Fiennes y Trives desafiara las leyes de la física. Efectivamente, el actor estaba en Ourense porque su mujer es María Dolores Diéguez, aborigen galega criada en Suiza. Ahí residía una pequeña explicación para entender semejante matrimonio y su apego a la aldea de Pena Folenche, en donde se encuentra la casa familiar en la que fabulamos con encontrar al bueno de Joseph enredando por la huerta y entreteniendo sus sobremesas con licor café.
Hay un grado superior al de que una estrella se instale con nosotros: que esa estrella siempre haya sido en realidad uno de los nuestros. Aquí el canon lo marcó Martin Sheen, para siempre en nuestros corazones gracias a su Josiah Bartlet de El ala oeste de la Casa Blanca. Un día de hace unas décadas descubrimos que la estrella de Apocalypse Now se llamaba en realidad Ramón Estévez —teníamos alguna pista en el nombre de su hijo— y era de Parderrubias, en Salceda de Caselas. Ahí explotamos.