Viladonga, un castro que ahora interesa más a investigadores y a visitantes

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

LUGO

Los dos fosos situados alrededor de la croa del castro están en terreno que ha pasado a manos públicas.
Los dos fosos situados alrededor de la croa del castro están en terreno que ha pasado a manos públicas. ALBERTO LÓPEZ

La compra de dos hectáreas de terreno permite nuevos trabajos para conocer aspectos aún desconocidos del yacimiento

02 mar 2024 . Actualizado a las 20:10 h.

El castro de Viladonga, investigado con excavaciones desde hace más de cincuenta años, acaba de pegar un estirón. La compra de dos hectáreas de terreno a propietarios particulares, anunciada por la Consellería de Cultura, Educación, Formación Profesional e Universidades en días pasados, permite que la superficie pública prácticamente se duplique, pasando de dos a cuatro hectáreas. Algunas de las consecuencias podrán notarse antes que otras, pero parece indudable que se beneficiarán tanto investigadores del patrimonio histórico como visitantes que se acerquen a esta zona del municipio de Castro de Rei.

La parte pública incluía hasta ahora la croa, la parte del castro más conocida por los visitantes y más excavada por arqueólogos y por historiadores. El provecho de aquellos es resultado del trabajo de estos: restos de viviendas y de una muralla, un aljibe y numerosas piezas —objetos de cerámica y monedas, entre otros— demuestran esa tarea de décadas. Los hallazgos de las excavaciones se exponen y se guardan en el Museo de Viladonga, situado junto al castro y construido en terreno que también pertenece a la zona pública.

Excavar y limpiar son los trabajos que se prevén tras haberse comprado esos 20.000 metros cuadrados, que estaban en manos de diversos dueños. Del espacio que ahora es de titularidad pública forman parte, entre otras zonas, uno de los fosos, separado por una muralla del que está más cercano a la croa. A su vez, otra muralla, más exterior, lo cierra por el otro lado.

Que esos dos sistemas defensivos tengan incluso un tercero es algo que no parece descabellado, aunque se necesitarán excavaciones para confirmar esa suposición. Más fácil, por el contrario, parece concretar las características y la función de una cavidad cercana a la entrada más conocida a la croa, situada también en la parte que ahora es de titularidad pública.

Incógnita sobre una cavidad

Hasta ahora, a falta de estudios concretos, se ha comentado que podría tratarse de una mina o de una cueva, pero sin llegarse a concretar exactamente qué era ni cuál podría haber sido su función dentro del conjunto castreño. En los últimos años, en Viladonga no se han realizado excavaciones, aunque sí se acaricia la idea de que en este 2024 se lleven a cabo otra vez, como manifestó, hace ya meses, la directora del Museo de Viladonga, Elena Varela.

Lo que, en cambio, está en marcha desde hace años y se podrá continuar ahora es la limpieza del entorno. La primera fase supuso la corta de árboles en una zona próxima al edificio del museo, que tuvo dos consecuencias. Por un lado, desde el aparcamiento se dispone ahora de una amplia vista sobre zonas pertenecientes al municipio de Castro de Rei y al de Pol; por otro lado, el edificio es más visible desde la carretera de acceso, que arranca de la N-640.

Ahora, al haberse incluido en la reciente compra terreno cercano al aparcamiento, se continuará con la limpieza, con lo que ese espacio quedará libre de maleza y aumentarán las vistas sobre la parte oriental de la comarca chairega.

Una exposición demuestra que el azabache ya se conocía en la zona hace unos dos mil años

El azabache ya era conocido en la actual comarca chairega hace unos 2.000 años. Una exposición inaugurada en el Museo de Viladonga en días pasados muestra piezas que se exponen en las instalaciones, pero a la vez ofrece explicaciones sobre el uso del material. Abalorios y anillos son algunos ejemplos de piezas elaboradas con azabache.

Elena Varela explica que en otras zonas —por ejemplo, en la actual Inglaterra— se encontraron figuras de azabache, con objetos tallados, en tumbas. Eso se explica por la función de amuleto que se daba a piezas elaboradas con azabache, que, por otro lado, eran una muestra de distinción social y solían ser propiedad de gentes de alto nivel.

La exposición sobre piezas de azabache estará abierta durante varios meses.
La exposición sobre piezas de azabache estará abierta durante varios meses. ALBERTO LÓPEZ

El azabache, una variedad de carbón originado a partir de troncos de árboles, no abundaba en la actual Galicia. Como se explica en uno de los paneles de la exposición, sí lo había en zonas cercanas al mar Cantábrico, en la parte oriental del actual territorio de Asturias, y el desarrollo del comercio permitió su uso. De todos modos, ni la época castreña ni la romana pueden considerarse como las primeras en trabajar el azabache, que miles de años antes, en el Paleolítico superior, ya era usado. Mucho tiempo después, en Santiago y en otras ciudades situadas en el Camino de Santiago, el trabajo de artesanos del azabache conoció un amplio desarrollo.

La exposición puede visitarse en el horario de apertura del museo —de diez de la mañana a siete de la tarde, todos los días—, y está previsto que se mantenga por lo menos hasta el próximo otoño.